cat power


Cat Power es el nombre artístico de la cantoautora estadounidense Charlyn "Chan" Marshall (nacida Charlyn Marie Marshall, el 21 de Enero de 1972). Su música reciente puede ser adscrita al folk alternativo, aunque ésta es especialmente minimalista y se ha caracterizado por explorar muchos géneros y estilos a través de su ya larga carrera. En sus grabaciones toca normalmente la guitarra y el piano. A menudo es acompañada por un grupo tanto en el estudio como en concierto.


Álbumes


    Dear Sir (1995)
    Myra Lee (1996)
    What would the Community Think (1996)
    Moon Pix (1998)
    The Covers Record (2000)
    You Are Free (2003)
    The Greatest (2006)
    Jukebox (2008)
    Sun (2012)







    Entrevistas

    Sep/Oct 1998, por Amy Kellner

    Cat Power es Chan Marshall cantando y tocando la guitarra de una forma que no se puede creer. Intensamente emocional pero nunca tonta -y eso es tan difícil de hacer. Chan es la performer más dramática que he visto, y ni siquiera HACE algo, sólo se queda ahí parada con su guitarra y esa voz -su fuerza pura. Lanza este pesado material frente a vos y te conmueve y te asusta. Puede incluso hacer llorar con letras como "Yellow hair/You are such a funny bear".

    Uno de los muchos pequeños detalles que me encantan de Cat Power es la forma en que Chan desliza versos de otras canciones en las suyas, cualquier cosa desde "Amazing Grace" a "Schizophrenia" de Sonic Youth. Te mantiene alerta.

    Cuando te encontrás con Chan por primera vez, es difícil imaginar que esta es la chica en esos discos, cuya voz encarna el dolor tan completamente. Pero por qué esperar que sea así todo el tiempo. Es graciosa y amistosa y humilde. Mendiga cigarrillos para mí. Tiene una boca que no se detiene y se interrumpe en la mitad de las oraciones. Dice cosas que no tienen sentido hasta más tarde, e incluso tampoco lo tienen entonces.

    Estamos sentadas afuera del 1st Street Cafe en un día cálido. Pasa uno de esos micros de turismo de dos pisos y Chan saluda a los turistas. También le dice 'Hola' a todo bebé que pasa en su sillita de paseo y le dice a las mujeres que pasan que son lindas. Se pone de pie y hace una imitación de Jennifer Herrema cantando "Cantchoo see I'm ready! Hell, you know I'm ready!!" mientras todo el mundo la observa. Luego se disculpa. Mientras tanto, yo estoy totalmente fascinada.

    Mucho tiempo después de que se acabe mi cinta continuamos hablando. Me da un beso de despedida y yo floto de vuelta a casa. Comprá todos sus bellos discos y entendé que esto es algo especial.


    Index (Amy Kellner): Ouch, tengo una picadura de mosquito en la barbilla.

    Cat Power (Chan Marshall): Estas son mis picaduras de mosquito africano. Malaria. Tenés que tomar una tabletas. Las tenía en todas partes. Es curioso porque no pican, y dos semanas después se ponen rojas y se van. Es como si alguien tomara un cigarrillo y te aplicara calor muy cerca de la piel.

    I: Hacía tanto calor en tu show anoche.

    CP: ¿No fue raro ese show? Las nuevas canciones, ¿no son como más triunfantes? Es una nueva yo, soy completamente nueva, lo juro. Parece que creo que las cosas son buenas, simplemente lo creo. Sabés, pensás toda la vida, "Oh dios, no voy a llegar a los 22 o 24". Cuando cumplí 26, pensé lo hice, estoy viva. Y ahora pienso, sí, 26. Se pone mucho mejor.

    I: Hay una canción que amo en tu nuevo disco, "American Flag". Es como una canción dance muy muy lenta.

    CP: La verdadera canción dance es "Cross Bones Style". Estoy pensando en convertirla en el single y en hacer un video estilo "Lucky Star". Como Madonna, bailando en una habitación blanca. Estoy segura de que me voy a achicar, sin embargo.
    ¿Viste cómo en tu mente a veces escuchás una voz buena o una mala? Yo finalmente puedo oír la buena. Estoy dejando afuera a la voz mala. Mi nuevo disco se trata más de eso. Es raro, es tan distinto. Siento como si estuviera tomando Xanax, pero no es así. Es real.

    I: ¿Te criaron con alguna religión?

    CP: Bueno, mi abuela me enseñó a tratar a los otros como quiero que me traten a mí. Y mi papá me enseñó a nunca avergonzarme. Eso no resultó. Y después mi mamá me enseñó lo que está "bien" y lo que está "mal", ¿se entiende lo que quiero decir? Eso es todo lo que necesitás saber. Salvo que necesitás saber del amor. ¿Cómo aprende uno del amor cuando crece? Tenés que encontrarlo, yo lo encontré.

    I: ¿Dónde?

    CP: Vos sabés, esta linda sombra aquí, y los pájaros, había un pichoncito en mi cuarto el otro día. Y me tomé un micro hasta acá y conocí a tanta gente e hice tantos amigos. Fue fantástico. (Nota a una chica que pasa cubierta de tatuajes) Sí! Por supuesto yo nunca en mi vida me hice un tatuaje. Cuando era más joven quería un círculo completo aquí en mi brazo, o quería un collar. ¿No es una locura? Piel negra o marrón, o madera o leopardo. ¿No sería grandioso?.

    I: Deberías hacerlo. Entonces, ¿qué tipo de música te gustaba cuando estabas en la escuela?

    CP: Bueno, no se me permitía comprar discos, sé que suena horriblemente mal. Es una de esas largas historias. Tendría que conocerte mejor antes.

    I: Entiendo.

    CP: Sí, entonces cuando no había nadie cerca yo... Dios! Odio eso! (nos envuelve el humo del escape de un auto estacionado) Apaguen eso! Dios, odio el escape. Es algo que me hace enojar. Mi pet-peeve. Tengo esa palara, "Pet-peeve". Puaj.

    I: Entonces ¿no se te permitía comprar discos?

    CP: Pero los discos de mi padrastro eran, no sé, Otis Redding, Creedence, The Stones, cosas que la mayoría de los padres tienen.

    I: Mis padres sólo tenían a Julio Iglesias y la banda sonora de El violinista en el Tejado. ¿Cómo eras en la escuela?

    CP: Si el profesor me llamaba yo lloraba. "Oh dios, no sé la respuesta!" Fui a diez escuelas distintas mientras crecía. Nos mudábamos mucho porque mi padrastro conseguía puestos más altos en su compañía. Por eso en sexto grado me cambié el nombre, porque mi nombre de nacimiento es Charlen-Marie -sureño, ¿no? Así que iba a una nueva escuela y me decían (denso acento sureño) "¿Cuál es tu nombre, dijiste?" Nunca lo entendían así que me lo cambié por Chan. Mi mamá me dijo, "¿Y qué tal si te ponés Cher?"

    I: ¿Quién era la chica que cantó con vos anoche?

    CP: Avon Futures. Es mi amiga francesa. Su nombre verdadero es Anne Laure. Avon Futures es su -¿cómo se dice?- su nombre multi-media. Está muy orientado hacia ella misma. Fue fantástico mirarla porque estaba concentrándose, concentrándose. Podía meterme en su energía.

    I: ¿Quiénes eran los otros dos tipos?

    CP: Britt Wilford, de Louisville. Tocó la batería. Y Mark Moore, mi viejo amigo de Atlanta. Hace siete años me dio mi primera guitarra. En realidad, estaba en Cat Power cuando empezamos en Atlanta.

    I: ¿Dónde vivís ahora?

    CP: En realidad, me mudo para acá en dos semanas. Vendo la granja.

    I: ¿Vivís en una granja?

    CP: Vivo en medio de cuatro granjas. Prosperity, Carolina del Sur, población: 1.112. Cuando me vaya van a quedar 1.111.

    I: ¿De dónde sos?

    CP: Nací en Atlanta, pero viví en Memphis, Greensboro, Carolina del Norte... por todos lados.

    I: ¿Solías ir a Little Five Points en Atlanta?

    CP: Sí, trabajé en Fellini's Pizza durante tres años, seis días a la semana. Aprendí a hacer pizzas mirando a los tipos hacerlo, y siempre quice hacerlo. Una vez me dejaron y fue algo que me inspiró mucho.

    I: ¿La arrojaste en el aire?

    CP: Sí, simplemente tenés que hacer esto. (me muestra elaboradamente) No soy muy buena en eso. Odio la pizza. El olor. No me he bañado en tres días.

    I: Oh! Y hacía tanto calor anoche. Se hacía difícil disfrutarlo debido a eso. La última vez que te vi en the Knitting Factory, fue realmente maravilloso.

    CP: Ese fue mi último show en Nueva York, hace un año. En ese show yo estaba pensando, cómo, ¿cómo podría matarme ahora mismo? No había forma de hacerlo. Podría saltar sobre esta gente, pero ellos me agarrarían. Podría golpearme en la cabeza con la guitarra, pero me la sacarían de las manos. No había manera de hacerlo. Podía ahogarme, tal vez. Era como si Satán estuviese presente, fue horrible.

    I: ¿Qué? Pensé que había sido un show grandioso.

    CP: Dios, me estaba muriendo.

    I: ¿Por qué te mudás de vuelta a Nueva York?

    CP: Cuando hice ese show el año pasado pensaba, "Se acabó, colgalo, terminalo, mudate y no regreses nunca más." Y después pasé un mes entero sola en Carolina del Norte. Fue raro porque no hay ni sonidos ni luces, solamente grillos y la oscuridad, y es una casa vieja, y si estás en un mal estado mental, a veces ves cosas que no están ahí y enloquecés. Y fue entonces cuando encendí todas las luces y me quedé despierta noche tras noche. No podía dormir por la oscuridad y empecé a tocar estas canciones y así es como sucedió. Y entonces Bill [de Smog] me dijo, "Me voy a Australia de gira", y yo pensé, "Mierda, yo también quiero ir a Australia". Así que grabamos las canciones ahí en enero.

    I: ¿Quién toca en el nuevo disco?

    CP: Mick Turner y Jim White de Dirty 3. ¿Viste cuando estás empacando para un viaje y no sabés cómo va a ser el clima? Así fue durante los dos días en los que grabamos.

    I: ¿Cómo estuvo Australia?

    CP: Lo mejor. Podría vivir ahí. Tan saludable. ¿Byron Bay? Ahí es donde la gente naranja lleva puesta las ropas naranjas -la gente de la secta del sexo.

    I: ¿Gente naranja de la secta del sexo?

    CP: Vos sabés, la secta en la que la gente viste de naranja, una cosa tipo abrí-tu-mente -tené sexo conmigo, y dejame tener sexo con vos, y tené hijos, y dejá que las esposas se encarguen de los chicos, o algo así. Todos ahí estaban como, "Lejos", y te observaban. Hay un tipo, vive ahí y está encargado del masaje y del floating salt tank, yo lo probé, asusta bastante. Decían, "Vas a flotar, man, vas a flotar". Tienen una cinta que dice (canta) "Drip, drip, drip, hoyeeeaa-aaa! Oyaa!"

    I: Eso me molestaría.

    CP: Jugué con estos dos chicos en Australia, fueron mis amigos por dos semanas, barrenábamos todos los días.

    I: ¿Barrenaban?

    CP: Totalmente. No sé surfear, pero las olas son tan grandes allá. (nota a una chica que pasa) Su pelo se ve tan bien. Pelo blanco. La he visto antes, creo que la vi en Broadway el otro día. Es como Patricia Arquette, Grace Kelly, parecida. Me gusta que tenga pelo en las axilas, también. Yo estoy dejando crecer el mío.

    I: Yo no me afeito.

    CP: (se señala las axilas) Un skunk, dos skunks! Skunky.

    I: No es skanky!

    CP: Skunky. Skanky es muy distinto. Tiene que ver con, manipular tu crecimiento mientras caminás.

    I: ¿QUE?!

    CP: No sé de qué estoy hablando.

    I: Entonces, barrenar, ¿eh? ¿Hacés algún deporte? Cabalgás. Parece que te preocupa estar saludable.

    CP: Oh sí! Caballos. Hace dos años, yo estaba de gira con Anne Laure, y me dijo, (denso acento francés) "Ah Chan, tengo que llevarte a la casa de mi familia en Nueva Orleans a cabalgar!" Así que cabalgué por primera vez con ella.

    Después el año pasado fuimos a Africa, y en mi cumpleaños cabalgamos por segunda vez. Ella cabalgó un Appaloosa y yo un jodido caballo salvaje. Fue en medio del desierto, había arena por todas partes y perros salvajes, y mi caballo era salvaje, y empieza a correr, y yo había cabalgado una sola vez -un caballo dormido de 80 años- y ahora estoy bajando por dunas de arena. Ves a los perros y unos tipos salen de la nada y los saludás y te sonríen. Otra cosa curiosa de Africa, si saludás a alguien, te saludan con ese gesto del puño. (hace el saludo del black-power con el puño).

    I: Poder a la gente!

    CP: Después en Australia cabalgamos de nuevo. Esta vez mi caballo empieza a galopar, el cuello se mueve hacia adelante y hacia atrás, y yo me sostenía por mi vida. Se dirige directo al océano y me aterra y se me sale el pie de la cosa y me sostengo de su pelo. Sentía que me estaba cayendo de un avión.

    I: Whoa.

    CO: Tenía el brazo alrededor de su cuello y hacía un montón de ruidos y le estaban saliendo mocos y mis músculos se agarraban con tanta fuerza, estaba como pegada arriba de él. Le estaba tirando tan fuerte del pelo que empezó a saltar, y yo empecé a rezar, "Señor, por favor." Entonces se detuvo, con la cabeza gacha, como diciendo, "Sí, puta de mierda, yo tengo el control." Y después de eso tuvimos una cabalgata genial.

    I: ¿Había un aspecto sexual en el hecho de cabalgar? Sabés... bump, bump, bump.

    CP: Seguro! Como andar en bicicleta. O como, ¿te acordás en la escuela cuando tenías que hacer el Presidential Fitness Awareness Test?

    I: Sentadillas, ¿no?

    CP: Sí, chin-ups, sostenerte en esa barra es como, "Oh, dios mío, acabo! ¿Qué está sucediendo? Puedo quedarme acá un rato más!" Y mi profesora de Educación Física era una lesbiana casada, y decía (ladra) "Bien, Chan, vamos a necesitar que hagas eso de abrir las piernas con back-flips ahora mismo!"

    I: "Se ve bastante bien, Chan!" (risas) ¿Todavía tenés el micro VW con el que girabas? Me encantan esos!

    CP: No, se murió. La mitad del motor voló en el desierto, entre Arizona y California, donde Pee-Wee Herman filmó esa película con los dinosaurios. Lo dejamos ahí, abajo de la panza de un dinosaurio. Lloré. Era la camioneta de un amigo mío que murió. Fue muy deprimente. Tuve que dejarla con los dinosaurios.

    I: Eso es bastante tierno. Quiero decir, si tenés que irte, esa es una buena manera.

    CP: Oh, mierda, sí... Fue dulce. Una barra de caramelo. Un Hershey's Kiss.

    I: Y ¿cómo se llama el nuevo disco?

    CP: Bueno, en el papel, si lo escribís, es M-O-O-N-P-I-X, eso es lo que quiero que veas. Pero si alguien dice, "¿Cómo se llama?" Quiero que digan, "O'HELL". Así que no sé qué hacer. Visualmente es "Moon Pix", pero verbalmente es "O'Hell" Uno es algo visual y el otro un hello. No puedo descidir cuál de los dos quiero.

    Oh, mirá! Acaba de pasar una "Vuelta al Mundo" doblada, en un camión. (empieza a cantar musica de carnaval) Sí, carnavales. Carnavales y gitanos.

    I: Oh, casi me olvido de preguntarte sobre Nueva Orleans. ¿Te gustó cuando estuviste ahí?

    CP: O te destruye o no. Toqué en Nueva Orleans una vez en el bar de un viejo, pero estaba lleno de punks y chicos rudos, y parecía que intentaban hacerme dejar de tocar por la fuerza. Se estaban burlando de mí, unas chicas punk.

    I: Oh, eso está mal!

    CP: Claro, son idiotas. Pero, quiero decir, todos hemos hecho cosas así. Tal vez solamente querían tener un buen viernes o algo. Pero yo me enojé, pensé, esto es una broma, así que dejé de tocar y empecé a leer el diario ahí mismo. En el centro del escenario. (se vuelve a una chica que está sentada en la mesa de al lado) ¿Sos holandesa?




    Las siete vidas de Cat Power. 23 SEP 2012 - 00:05 CET
    Imprevisible, mordaz, solista inigualable.
    Nos empapamos en Ámsterdam de la arrebatadora personalidad de Chan Marshall, alias Cat Power.
    La breve musa de Lagerfeld resurge de sus cenizas con nuevo disco y nos presenta a sus fantasmas.
    De cantautora maldita a diva 'cool'

    Está de un humor excelente. Todas las entrevistas están saliendo muy bien… Y el disco… ¿Has oído el disco? Es magnífico, buenísimo…”. Mientras subimos las escaleras del Conservatorium Hotel de Ámsterdam en dirección a la habitación en la que está hospedada Chan Marshall (Atlanta, 1972), el joven empleado de su sello no puede reprimir la emoción. “Yo vivía en un pueblo y recuerdo venir a Ámsterdam a comprar los discos de Cat Power. Trabajar con ella es un sueño… ¡Mierda! ¡No me jodas!”. El chico acaba de abrir la puerta de la habitación en la que se encuentra la autora de The greatest. El olor a cigarrillo impregna toda la estancia. “Nos van a multar…”, informa resignado. Le sugerimos que abra la puerta del baño y deje correr el agua caliente de la ducha. El vapor se fundirá con el olor a nicotina. Sorprendentemente, ella decide seguir nuestras pedestres instrucciones. La industria del disco no es lo que era.
    Sobre la mesa, un cartón de tabaco, varias manzanas mordisqueadas, bolsas de una tienda libre de impuestos y objetos no identificados. Cama deshecha. De pie, frente al sofá, Chan Marshall, de negro, con tejanos desabrochados, nuevo corte de pelo, cigarrillo entre sus dedos y unas botas de Isabel Marant. Está guapísima. Frente a ella, un periodista con cara de miedo. “¿Llevas contigo el disco?”, pregunta Marshall, que está aquí presentando Sun (Matador), su primer largo con material original en seis años, un sorprendente ejercicio de aproximación a la electrónica a nivel de usuario que la aleja de su tradicional sonido de raíces. “Dámelo”, insiste. El periodista informa de que no lo lleva consigo, pero ella no parece comprar la historia. El chico del sello aparece medio mojado. El ruido de agua que procede del baño es ensordecedor. “Este tipo tiene la copia del álbum equivocada”, le informa Marshall, que sigue observando al periodista de reojo. “No tiene la canción Peace and love y, en cambio, hay una que no aparece en el disco. ¿Cómo ha sido eso? ¡Esto no puede pasar! ¡Tú! ¡Dame el disco!”, vuelve a dirigirse al periodista, que ya no sabe cómo decirle que no lleva el CD encima y parece empezar a temer por su integridad física. Se hace un silencio. Marshall coge una manzana, la muerde y sonríe. “Tío, ha sido una buena entrevista y me gustan tus zapatos. Adiós, cuídate”. El otro periodista abandona la habitación. El chico del sello, también, no sin antes cerrar los grifos del baño y murmurar algo en holandés. Chan Marshall se sienta en el suelo. “¡Hey! ¡Me encantan tus zapatos!”, nos dice. “Hoy todo el mundo lleva buenos zapatos. ¿Te gustan mis botas? Creo que debí haberlas cogido en otro color. Tienen un tacto muy curioso. Toca, toca… A ver, ¿qué quieres saber?”. Esta mujer es un encanto.

    En 2006, durante un vuelo con destino a Nashville, Chan Marshall empezó a oír voces. Era un sonido grave, profundo, que le informaba de que debía morir. Unas semanas más tarde, en el curso de una entrevista promocional en Miami –andaba la artista presentando su celebrado The greatest–, la que fuera durante un rato musa de Karl Lagerfeld abandonó la charla con la excusa de ir al baño. Su intención era tomarse un frasco de pastillas y acabar con las voces y, ya de paso, con todo lo demás. Tras el incidente, Chan estuvo una semana ingresada en el pabellón psiquiátrico del hospital Mount Sinai. Habían pasado 14 años desde que esta cantante sureña llegara a Nueva York con un puñado de dólares, un par de mudas y su silla preferida. Se había convertido en una de las más indiscutibles musas de la música alternativa global, famosa tanto por discos memorables (You are free, por ejemplo) como por sus erráticas apariciones en directo. Tras su colapso, Chan no tardó mucho en recomponer su vida. Se agenció una nueva banda, The Dirty Delta Blues Band, con la que grabó Jukebox, su segundo largo de versiones. Apareció en el filme My Blueberry nights, de Kar Wai Wong. Arrancó una relación con el actor Giovanni Ribisi. Todo parecía estar bien hasta el día en que se descubrió que, en realidad, todo estaba mal.

    "Me he pasado la vida tratando de que la gente me conozca y no sé si lo he hecho bien"
    “No tenía un duro. No había pagado impuestos durante dos años y me iban a echar de casa. Al final, bueno, me ­desahuciaron. Tenía que hacer un disco. Pedí un adelanto. Me dijeron que la industria no está para adelantos, así que tuve que utilizar mi fondo de pensiones. Entero. Me mudé a Los Ángeles y empecé a escribir. Ya sabes, lo típico: Cat Power con un piano y una guitarrita. Rollo depresivo. Hasta que me harté. Este no podía ser otro disco deprimente, estaba yo demasiado fastidiada para eso. Así que mientras el ingeniero jugaba a la Play o actualizaba su Facebook, yo empecé a jugar con los teclados que había en el estudio. Cuando entendí los sonidos que sacaba cada trasto, entendí lo que iba a ser este disco… Más o menos… ¿Me pasas esa manzana?”, pregunta Marshall señalando la fruta que hace unos minutos se le cayó y terminó alojada entre nuestros pies. “No, hombre, no te agaches, chútala…”.

    Chan se acerca para cogerla, cuando se da cuenta de que tiene un problema: con una mano está sujetando un cigarrillo auténtico; con la otra, uno eléctrico. Sacude la cabeza y sigue hablando. Lo hará durante 18 minutos. Cuenta cómo el sello le dijo que necesitaba un productor y que eso le sentó peor que si le sugirieran una liposucción. Recuerda el día en que escuchó un tema del último disco de Beastie Boys y cómo entendió que lo que necesitaba era un tipo que mezclara sus temas de aquel modo. Voló a París para conocerlo, se plantó en su casa, le confesó que no tenía dinero para pagarle y se instaló en su estudio. Philippe Zdar mezcló el disco y le dio cobijo. “¿Qué mas? ¿Qué más?… Ah, sí… Entonces, me separé y me corté el pelo”.

    "No tenía un duro y me iban a echar de casa. No podía hacer otro disco deprimente, estaba demasiado fastidiada para eso"
    Otra traumática separación era lo último que Chan necesitaba, tanto personal como profesionalmente. Ahora era inevitable que Sun se entendiera como otro disco de ruptura, el retorno de la clásica y abatida Cat Power. “Exacto, vaya putada… Este no es un disco de separación, sino un álbum que propició una separación. Es muy distinto. Me he pasado la vida tratando de que la gente me conozca y no sé si lo he hecho demasiado bien. A veces dicen que soy hermética, a veces parece que les molesta que sea tan transparente. Cambié 10 veces de colegio. Las negras sospechaban de mí porque quería ser como ellas, ya que me gustaba cantar. Las blancas dudaban de mí porque no estaba yo mucho por el tema del deporte. Cuando lograba hacerme un sitio, me cambiaban de colegio”, recuerda Marshall, quien aún no ha logrado tampoco hacerle entender al mundo que, aunque no lo parezca, puede, en ocasiones, incluso disfrutar del directo. Al contrario de lo que su fama puede sugerir, insiste, los accidentes que ahí se suceden no son siempre culpa suya. “Estaba en Estambul y salí a tocar a las 22.30. La gente me abucheaba y yo no sabía por qué. Paré y pregunté el motivo de su enfado. Una mujer me gritó que había salido una hora y media tarde. Que te jodan, en mi contrato pone que actúo a esta hora. Mira bien tu entrada, estúpida. ¿Por qué me echas la culpa a mí?”. Dos meses antes de esta entrevista, Chan cancelaba su actuación en el festival Coachella, en California, aludiendo no estar aún preparada para defender en directo sus nuevos temas.

    Salto en la conversación. “Es una línea genética que va desde Japón hasta México. Es también una mezcla astrológica y es algo que define tu personalidad. Por eso la gastronomía japonesa y la mexicana se parecen tanto”. Estamos plantados en la puerta de la habitación, que huele otra vez a tabaco. El chico del sello está nervioso porque Chan debería haber atendido una entrevista por teléfono hace 10 minutos. Pero ella sigue hablando. Quiere ir a un coffee shop, “fumar un poquito de hierba, solo un poquito”, y tal vez beberse un par de cervezas. Antes quiere explicar su linaje y los problemas de su composición astrológica. “No puedo comer patatas, ni beber whisky. Me sienta mal y me engorda. Y es curioso, porque tengo sangre irlandesa. El problema es que he vuelto a hacerlo… Mira”. Se levanta la camiseta y muestra su vientre. Paso atrás. “Toca, toca, joder…”. Nos lleva la mano hasta su estómago. Le recordamos la escena de Pulp fiction en la que Maria de Medeiros y Bruce Willis concluyen que algo de panza es deseable en el cuerpo femenino. Nos ignora. “¡Aprieta! ¿Ves? Eso son las patatas y el whisky, aunque también puede ser culpa de que haya dejado de hacer pilates”. Se oye un ruido en el baño. Alguien ha vuelto a abrir todos los grifos.


    De heridas y caricias 05.07.2009

    Una tarde, Charlyn Marie Marshall se despierta a las tres, confundida y con su habitual vaso de scotch en la mano. Alguien llama a su puerta y ella no quiere abrir. Últimamente, su vida gira en torno a una gran depresión. Tras casi quince años de tocar la guitarra, el piano y cantar en discos y en público –de rock and roll, al fin de cuentas-, Chan, como la apodan, llega al límite y toca fondo. Su propia imagen, corroída por la tristeza y dibujada en Rolling Stone, la anonada.

    Bajo su alias de Cat Power, ese viejo nombre con el que se escuda y define a la hora de interpretar, Marshall acaba de lanzar su disco The Greatest (Matador, 2006), tal vez el que mejor refleja el estado de vacío y destrucción en el que se encuentra. La que toca la puerta es una amiga que había tomado un vuelo de dos horas para socorrerla. ¿La solución? Internarse. Mientras el disco la lanza a un cuasi-estrellato (a ella, la chica indie despreocupada y siempre emergente), Chan se recupera de la soledad en la que había encontrado como único consuelo el beber.

    Lo que para muchos creadores es un medio para desinhibirse, para Cat Power era un estilo de vida. Desde entonces, Charlyn Marshall está sobria. Lo complejo resulta ser lo difícil que es renegar del tremendo legado en canciones que dejó antes de ello. Es paradojal que The Greatest sea considerado por parte de la crítica como su mejor entrega, siendo que como persona ella estaba en su peor momento.
    Entretención sana y limpia
    La vida de Chan Marshall, una joven que acaba de dejar la adolescencia y afincada en la ciudad de Atlanta, cambió su rumbo el día en que ella abrió para Liz Phair en Nueva York. Entre el público que asistía a ver a la rubia -revelación en los circuitos arty y hype-, estaba Steve Shelley, el baterista de Sonic Youth y dueño de la pequeña disquera Smells Like Records.

    Chan Marshall, por la época, poseía un repertorio intenso y crudo, de cuerdas tensas y voces desafiantes, el que encandiló al batero, quien la fichó y decidió sumarse a su proyecto como banda de apoyo junto a su amigo Tim Foljahn de Two Dollar Guitar. De esta banda nace Myra Lee (Smells Like, 1996), un mini álbum que sorprende por su capacidad de exorcizar historias nunca resueltas y por lo descarnadas de sus canciones.

    Este intento –que sigue a Dear Sear, un 10” debut- posee un estilo amenazante, siempre a punto de romper el hilo, gótico y sureño. De factura lo fi – o de tomas en vivo-, Myra Lee sorprende por la radicalidad desnuda y simple de su propuesta, afilada como una navaja, o las uñas de un gato. El errar de sus días en Atlanta, tras dejar un hogar destruido en Georgia –criada por su abuela con padres jóvenes y separados -, forman el material para las extremas evocaciones del disco. Amigos yonquis, punks, y círculos de jóvenes desesperados y perdidos son su fuente de inspiración.

    Muy interesante para una joven de su corta edad –Marshall tiene poco más de 24 años-, el álbum pasa de mano en mano hasta llegar a las oficinas del respetado, aunque confidencial, sello Matador, que edita parte de lo mejor del momento, con Pavement, Yo La Tengo y Helium entre sus filas. De nuevo con Foljahn y Shelley en el estudio –el muy de moda Easley Recordings-, Cat Power esgrime su primera carta más visible, el mismo 1996: What Would The Community Think.
    El single “Nude as the news” se transforma en un pequeño éxito alternativo, y le permite a Marshall ir de gira por Estados Unidos y Europa, alcanzando una notoriedad indie gracias a su estilo folk. Lo acústico recién eclosiona desde el underground con autores como Smog y Sentridoh, y Cat Power surge como una respuesta femenina y atractiva. Cuando no contradictoria, al dejar varias veces la guitarra tirada en el escenario luego de tres canciones a causa de los piropos insistentes de la audiencia masculina.

    Marshall se sitúa en el borde, con temas como “Good clean fun”, donde se condena desde ya: “después de esto / ya no habrá entretenimiento sano y limpio”. Además, brinda entrevistas con la cabeza en la luna –y en la copa- y el novio de turno al lado. Sus canciones tienen tanto de belleza como de destrucción y nostalgia, y algunos medios indie la comparan a un tardío Kurt Cobain. En este tiempo, Chan se empareja con Bill Callahan de Smog, y se inspira en gran medida de su nihilismo a la hora de grabar y componer canciones.

    La luna y la libertad
    Durante 1998, Chan parte a Australia para reunirse con un par de músicos que destacan por su trabajo en The Dirty Three: el baterista Jim White y el guitarrista Mick Turner. La banda de ambos –completada por el violinista Warren Ellis- genera gran interés en la época, tras su brillante Horse Stories, que revoluciona las maneras de entender una explosión instrumental desatada de folk, western y blues.

    De las sesiones en Oceanía nace Moon Pix, un disco que se nutre de las texturas de White y Turner, además de piano y flauta, lo que adorna en gran medida los temas de Cat Power, basados en el canto y la guitarra. Las metáforas siguen siendo crípticas, pero la desesperación inicial ya ha pasado y deja espacio a atmósferas más misteriosas que inquietantes.

    Los amplios espacios australianos bañan composiciones como “Cross bones style”, segundo éxito independiente de Marshall. El tercero vendría de la mano de una versión de The Honeydrippers: “Sea of Love”. Esta será incluida en The Covers Record (Matador, 2000), donde Marshall tributa a artistas como los Rolling Stones y Smog, con su particular estilo. 2003 es el año en que publica su primer material propio desde Moon Pix: You Are Free.
    En este álbum, con el que un horizonte más amplio la descubre y empieza a hablar de ella, más allá de los reductos indie y los fanzines, Cat Power se reafirma y alcanza una cierta estabilidad. Sus canciones, como “He war” suenan firmes y decididas, escritas y firmadas con una mano sólida gracias a la experiencia. Tanto así que se da el tiempo para sacar al año siguiente un DVD con temas grabados al aire libre y al natural: Speaking For Trees (Matador, 2004). Estos serán los últimos destellos de una Marshall luminosa, con voluntad y creativa, antes de sumirse en la depresión insigne que daría como fruto The Greatest.

    Hey, Aretha, canta una para mí
    El soul, el jazz y el funk comienzan a permearse en Cat Power, quien se inspira de Aretha Franklin y James Brown esta vez –dejando atrás el indie folk-. El disco que construyó desde su auto-inflingido infierno resultó ser el que le valió la entrada a las masas, con entrevistas en las principales cadenas norteamericanas debido al éxito de ventas y popularidad del álbum. The Greatest llega incluso a ser reeditado por Matador en una edición económica y formato best seller.
    No hay nada como vivir en una botella y como terminarla en pos del mundo, canta Marshall en “Lived in bars”. Su estilo más accesible dio frutos inmediatos, con sus aires retro (años ’70) y de moda, y gracias al apoyo de leyendas del género en el estudio. En la misma línea, y aún más sofisticado, aparece Jukebox (Matador, 2007), su último álbum a la fecha y una nueva compilación de versiones, esta vez con un toque más acorde al soul que ha venido explorando.

    Rehabilitada y sobria, Marshall se preocupa ahora de su apariencia y se ha convertido en una mujer sexy y sugerente. Formó una nueva banda, con talentos como su amigo Jim White y el ex –Blues Explosion Judah Bauer, con quienes se espera toque en Chile. Su nuevo repertorio, con sus interpretaciones de “New York, New York” o “Aretha, sing one for me”, la sitúan en una nueva dimensión en la que Chan se siente cómoda y le ha brindado frutos.

    Discografía Recomendada: Maullidos, rasguños y ronroneos
    You Are Free (Matador, 2003)

    Una fuerza y precisión inéditas en la más bien dubitativa Chan Marshall inundan You Are Free. Tras ocho años de carrera discográfica, Cat Power enfrenta el camino con firmeza. Sus nuevos temas, los primeros en un lustro en ser editados dan fe de que ya no es una principiante experimentando de manera intuitiva.

    Con el apoyo de invitados ilustres, como el violinista Warren Ellis de Nick Cave and The Bad Seeds, Dave Grohl de Nirvana y Eddie Vedder, la norteamericana logra un álbum más tenso y acotado. Los esfuerzos previos sirvieron para que Marshall explorase distintas maneras de escribir canciones, hasta llegar a una síntesis exacta en este disco.

    “He war”, “Free” o “Werewolves” tienen el encanto habitual de Cat Power, aunque perfeccionado. Su banda suena por primera vez menos minimalista y es posible percibir un mayor diálogo entre los instrumentos (como la guitarra y la batería) en algunos pasajes, incluso rock.

    Moon Pix (Matador, 1998)

    Un disco más maduro que los experimentales inicios de Cat Power, Moon Pix presenta a una cantante menos incierta a la hora de firmar sus canciones. Tras giras por Estados Unidos y los clubes de Europa, y el aprecio de la crítica hacia su debut para Matador, Chan Marshall esgrime temas intensos en clave folk. Lo suyo aquí es enmudecer y dejar inmóvil al auditor, apoyada por los sólidos Mick Turner y Jim White de los australianos The Dirty Three, país donde se grabó este álbum.

    Las texturas nostálgicas de los sureños impregnan los arreglos cuidados de la norteamericana, la que logra aquí su mejor acierto. Las citas son directas y Marshall se da el tiempo para recordar a Bob Dylan con su “Colours and the kids”. Con aires introspectivos, como la calma tensa y oscura antes de una tormenta, Cat Power se encuentra en un período de gracia donde compone, tal vez, lo mejor de su repertorio (al punto de re-versionar el tema “Metal heart” hace un par de años).

    “Back of your head”, “He turns down” y “Cross bones style” muestran a una compositora capaz de elaborar letras misteriosas y crípticas, junto a melodías que hipnotizan, a modo de un muy bello consuelo. Moon Pix confirma con creces la promesa que era Chan Marshall y la proyecta como una de las iniciadoras de la actual escena neo folk (Julie Doiron, Mirah, Tara Jane O’Neil).
    Las tres primeras canciones del segundo álbum de Cat Power tienen el poder de un disco entero. Sutiles, descarnadas (“Good clean fun”) o para quitar el aliento (“In this hole”), Chan Marshall apunta al hueso sin remordimientos. El single “Nude as the news” desgarra con su intensidad mordaz (“Jackson, Jesse, tengo un hijo en mí, y está relacionado contigo”), impropio para sus pocos años, irreverente y, desde ya, su primer clásico.

    Ya esos cuatro temas se los quisiera cualquier compositora durante su juventud (a la par de la grandeza inmediata de Polly Jean Harvey), con una inocencia hippie a la hora de tocar aires neo country de resaca tranquila junto a sus nuevos amigos. En este caso, Steve Shelley de Sonic Youth y Tim Foljahn de Two Dollar Guitar, quienes se unen junto a Marshall en un segundo esfuerzo en un año (tras el debut Myra Lee). Llega el turno de empezar en grande, artísticamente hablando, y nada menos que para Matador, la disquera indie del momento.

    What Would The Community Think mece, rasguña, se sacude, paraliza, emociona. Todo al mismo tiempo y sin mediar un porqué. Este disco vale una condena, quién sabe si una redención. “Bathysphere”, el tema de Smog que Cat Power incluye aquí, abre la interrogante: “Y si el agua corta mi cuerda, suéltenme libre. No me importa”.

    “Water and air” incluye historias inconclusas, difíciles de conectar, a la manera de una Ofelia trágica con un amante que se va bajo el agua, noticias de amor y muerte simultáneas en el periódico. No haces eso a tus veintitantos. Menos al comenzarlos. A menos, claro, que seas Cat Power.
    El álbum debut de Cat Power es descarnado y lo-fi. Con Steve Shelley en la batería y Tim Foljahn, Myra Lee se pasea entre el folk, el country y el blues con aires añejos y del sur de Estados Unidos. Unos principios totalmente secretos, estos temas contienen frescura y emotividad, cuando no uno que otro exceso. La búsqueda intuitiva y minimalista de la joven cantautora alberga una llegada profunda y cálida.

    “Ice water”, “Rockets” y “Enough” demuestran el enorme potencial de esta nueva revelación, y se sitúan como atemporales desde ya. En una época de guitarras distorsionadas, bajos funky y neo metal, Cat Power se remite a la herencia de Dylan, Fleetwod Mac y Joni Mitchell con una garra punk heredada de su admiración por Black Flag. Con melodías intrigantes, a veces desoladas, Chan Marshall explora territorios peligrosos e inestables, confusos y perturbadores.

    Myra Lee es de esos discos en los que más vale dejar un hilo que señale el camino de vuelta, so pena de perderse en un bosque oscuro y tenebroso.


    En plan honestidad brutal, la cantante yanqui habla de adicciones y depresiones. y cuenta como zafó, gracias a Jukebox, un disco con los covers de los temas que escuchaba de chica.
    Facundo Lozano. 

    Su mamá le daba cerveza en la mamadera: lo contó ella. Sus padres músicos se divorciaron cuando era muy chica, se quedó con el viejo hasta los 16 años, cuando no pudo vivir más en su casa, porque él se drogaba mucho y, en consecuencia, la protagonista de ésta historia, también. Chan Marshall, alias Cat Power, en promoción de su disco The Greatest (2006), ventiló en todo lugar donde pudo su nueva vida, su fortaleza, su cambio. Había recuperado su voz, después de haberla dañado con tanta contaminación en el hígado, y no pretendía perderla una vez más. Sin embargo, antes de comenzar aquellas giras se deprimió otra vez, estuvo internada y con impulsos suicidas. Las giras posteriores con la Memphis Band, souleros sesenteros que tocaron con Al Green, James Brown y compañía, la cambiaron y ahora llegó a ser la cara de Channel. "Me ayudaron a hacer foco, a encargarme de lo que verdaderamente me gusta hacer: cantar. Me conectaron con mi infancia y eso es importante, porque siempre quise protegerme de esa etapa de mi vida". 

    -¿Por qué? ¿Cómo fue tu infancia?

    -La felicidad no estaba presente en mi vida adulta, básicamente porque todo el tiempo estaba cubriéndome de mi niña interior. Mi infancia fue muy diferente a la de todas las personas que conozco. Mis padres eran hippies, tocaban rock, se drogaban. Toda esa instancia de mi vida fue muy errática y dislocada. Por eso, cantar las canciones que escuchaba de chica es el mayor regalo para mí.

    Ahora Chan, a modo de Don Gato y su pandilla en versión femenina, edita Jukebox y se "junta" con Frank Sinatra (canta New York, New York), Joni Mitchell y Bob Dylan, entre otros. "Son discos y canciones que escuchaba de chica. Los álbumes de mis padres, los de mi abuela o de mi tío. Son viejos sonidos que conozco y seguro que hay muchos más en el lugar de donde salieron éstas".

    Para grabar las canciones (ella se considera una música mediocre), armó una selección de indie rock con integrantes de Jon Spencer Blues Explosion, The Dirty Threes y Chavez, pero para ella son mucho más que buenos o prestigiosos músicos de la escena independiente: "Es un dream team de viejos amigos", y a modo de Don King de la música, agrega: "Cuando tocan sin mí se llaman Dirty Delta Blues y creo que son la mejor banda de rock del momento. Si quieren contratarlos por 100 mil dólares tocarán en tu disco. El manager soy yo, también su hermana y la abogada. Hay que pasar por mí para llegar a ellos". 

    -Pareciera que desde "The Greatest" comenzaste a cantar mejor. Incluso han llegado a decir que te convertiste en una cantante de soul. ¿Qué pensás sobre eso?

    -Es hermoso que digan eso sobre mi voz. Cuando era chica podía cantar bien, lindo, porque crecí entre músicos y discos, pero cuando me convertí en una adulta joven, empecé a experimentar con la música. Quería ser pintora pero hacía música como hobby. Las letras y las melodías eran sólo pensamientos. Cuando llegué a Nueva York, fui a muchos recitales de free jazz y simplemente me olvidé de que solía ser esa nenita que podía cantar... hasta quedarme sin voz.

    -¿Por qué hiciste en un disco de covers la canción "Metal Hear" de tu propio disco del 98, "Moon Pix"?

    -Hace un par de años atravesé un período difícil y, en todos los lugares adonde iba, siempre entre el público había algunos fans que gritaban: "¡Metal Heart!". Pero a mí me parecía demasiado deprimente... Ahora decidí incluir esa canción porque me siento un poco más fuerte como mujer y ser humano y porque quería presentársela a personas que quizá nunca la han oído. La vieja Cat Power era un freak.

    -¿Cómo ves hoy "Moon Pix", el que fue tu disco más celebrado?

    -Creo que Jukebox y Moon Pix son los únicos discos míos que suenan exactamente como yo quería. Igual, no lo escucho hace mucho tiempo, así que quizás más adelante me desdiga de lo que acabo de afirmar. Sin embargo, recuerdo que estaba con una actitud muy positiva en esa época de mi vida desde el punto de vista emocional, psicológico y espiritual. Me gustan mucho estos álbumes, realmente.

    -"Jukebox" parece la continuación de "The Covers Record", del 2000. ¿Es así?

    -Parece, lo dicen mucho. Pero dentro de diez años probablemente saque otro disco de covers y entonces van a poder decir lo mismo de éste. Por otro lado, si todo el mundo hiciera covers de canciones famosas, creo que la industria discográfica no tendría tantos problemas. ¡Ja, ja, ja!

    Chan canta, pero también encanta. Aunque suene a lugar común, su locura constante, natural y añiñada, hipnotiza. Cuando se le pregunta si volverá a la Argentina para presentar su nuevo disco, se enoja, hace un berrinche y comienza a dar órdenes: "Tenés que decirle a la gente de mi sello que me lleve porque he tratado de volver a la Argentina desde hace años y ellos tienen una actitud imposible. Tenés que llamarlos y decirles esto..." Así que a cargar los celulares y llamar larga distancia para ofrecer casa y comida.



    miércoles, 19 de marzo de 2003
    Redactor: Abel Cuevas

    Decía Jacinto Benavente que "si la gente oyera los pensamientos, pocos escaparíamos de estar encerrados por locos". A Cat Power nos hemos cansado ya de llamarla loca, desequilibrada y cosas por el estilo sin darnos cuenta de que lo suyo es puro teatro. Y que nadie me malinterprete. Las canciones de Cat Power están grabadas a fuego en los más oscuros rincones de mi memoria, pero el enfrentamiento cara a cara con la señorita Chan Marshall revela que actuar a veces es divertido. Sobre todo cuando cada día cinco o seis periodistas te hacen las mismas preguntas. Confiesa que disfruta con la labor promocional: "desde hace poco, porque ya sé que no hay razón para que me calle sobre los problemas con la guerra y todo. Creo que es una oportunidad perfecta para ayudar a los entrevistadores y otras personas para hablar de ello, y expresarselo a los jóvenes que van a leerlo".
    "Hay canciones en este disco que alguna gente cree que no debería haber incluido"
    A la vez se contradice achacando el silencio de cuatro años que separa a "Moon Pix" del recién estrenado "You´re Free" a que: "no quería hacer un disco, porque entonces hay que hacer entrevistas, responder preguntas, tener en cuentas las expectativas de la gente". Apuesto mi colección de discos de Smog a que, de pequeña, el juego favorito de Cat Power era el escondite, porque durante toda la entrevista jugamos al ratón y al gato mientras ella se tapaba con su larga melena, estallaba en carcajadas, hablaba de signos del zodiaco o jugaba a sonrojar a este pobre escriba. "Grabé un disco y no quería sacarlo". Con material para cuatro discos, Cat Power apartó esas canciones y nos regalo esa maravilla que es "The Covers Records", disco de versiones en las que lleva a su terreno a The Rolling Stones, Bob Dylan, The Velvet Underground o Moby Grape. Las primeras canciones nuevas de Cat Power en cuatro años se alejan del sonido esquizoide de sus primeros discos, y atenúa las aristas con un trabajo de estudio más profesional y menos lo-fi. Más variado que "Moon Pix", aún su mejor obra, y menos minimal que "The Covers Record", "You´re Free" podría jugar en ligas mayores si tuviese la oportunidad. "Hay canciones en este disco que alguna gente cree que no debería haber incluido. Y sabía que eso iba a pasar con otras canciones. He hecho este disco de la misma manera que voy a hacer los próximos, de forma que sean más digeribles para el oyente". Mucho se ha hablado de la presencia tras los controles de Adam Kasper, productor afincado en el mainstream que ha trabajado para Pearl Jam o Foo Fighters. "A mí también me sorprende. Es alguien que me dijo que me ayudaría gratis. A él le encanta mi música. Necesito una persona técnica para ayudarme porque no sé cómo manejar los botones". De la presencia de Dave Grohl y Eddie Vedder prefiere no hablar porque "cuando estás hablando del colectivo mainstream estás hablando del consciente y del inconsciente colectivo que todos tenemos". Suerte que no le pregunté por Bill Callahan (Smog). "Todos somos parecidos y las cosas de las que yo hablo en las canciones son las cosas que todos estamos pensando en nuestras vidas. A todo el mundo, a la gente en la jungla, les gusta la música también y el arte". ¿Por eso el disco se llama "You´re Free"? "Porque quería tener una imagen, algo como un lenguaje, un color, una sensibilidad, un tono, un sonido. Algo así. Es difícil traducir eso a una gramática, o a letras. Así que lo único que era posible era ´You´re Free´". Confirmado. Con Chan Marshall no queda más que dejarse llevar adonde sus conclusiones quieran. "Estoy sorprendida de que tú creas que mi música afecta a la gente, porque no lo hace. Si lo hace dejaré de tocar música". ¿Estás segura? "Pero eso es porque ellos mismos se ven reflejados". Nadie convencerá a Chan Marshall de que es alguien importante para un puñado de personas que sienten como su corazón se encoge cuando empuña una guitarra y abre la boca. "Un amigo mío me regaló una guitarra cuando tenía dieciocho años y si él me hubiera dado una pizarra posiblemente estaría haciendo algo con una pizarra. Es como soltar todo lo que tienes en mente". Desde aquí, gracias a ese amigo anónimo.  




    27/05/2010 por Josefina Hagelstrom.

    En varias entrevistas, Chan Marshall, como es su verdadero nombre, solía contar que de chica su mamá le daba cerveza en la mamadera. Así hablaba abiertamente de su alcoholismo, que durante varios años la llevó a dar shows que rara vez terminaban; en la mitad de la noche Marshall era capaz de pararse e irse porque no le gustaba como sonaba, o tal vez se ponía a afinar su guitarra interrumpiendo todas las canciones. Decía que no podía entender porque la gente iba a verla. Parte de su personalidad conflictuada y depresiva que la dominaba y hacia pensar que no era simplemente talentosísima, sino que era un desastre por donde se la mirara. Pero eso era antes. Porque hace años que logró sobreponerse gracias al apoyo de sus amigos; y a que ya no se despierta con un vaso de whisky en la mano, ni se termina una botella por día. Ahora como mucho se toma una copa de vino antes de salir al escenario para vencer la timidez y los nervios que sigue sintiendo cada vez, pero que ya no le impiden cautivar a todos con su hermosa voz rasposa que sale de lo más hondo de su ser.
    Ser la mejor
    “Once I wanted to be the greatest”, canta Cat Power. Algo así como una filosofía de vida para ella en sus años de rebeldía en los que buscaba llevarse todo por delante para “ser la mejor”, pero que ahora en perspectiva logra ver que no era la indicada. Ahora sabe que se puede ser la mejor sin tener caer en lo más bajo de sí misma para alcanzarlo. Y lo canta y hechiza. Pero para entenderlo tuvo que vivir y sufrir y aprender a ser feliz.
    Chan Marshall nació en Georgia, Estados Unidos, el 21 de enero de 1973. Su padre era un músico de blues, y quizás fuera una de las primeras influencias de Marshall a la hora de lanzarse al mundo de la música. De chica se cambió varias veces de colegio debido a que se mudaba constantemente con su madre, y la sensación de nunca encajar en ningún lado la marcó desde el principio y la convirtió en esa mujer insegura de sí misma que por alguna extraña razón decía ser. A los 16 años dejó la secundaria y empezó a cantar en bares acompañando a amigos que tenían bandas o que tocaban con ella. Según cuenta, al principio juntarse a tocar era solo una excusa más que tenían para drogarse y emborracharse, pero el talento innato de esta felina pudo más y la llevó a alcanzar la grandeza que hoy la convierte sin dudas en una referente del soul.
    Cuando tenía 19 años se mudó sola a Nueva York, para empezar a dedicarse de lleno a su carrera musical, esa carrera con la que apostaba viajar y conocer el mundo. En sus primeros años allí grabó dos discos –Dear Sir (1995) y Mayra Lee (1996)- con el apoyo de Steve Shelley, baterista de Sonic Youth, que quedó atrapado por sus sensuales cuerdas vocales una noche que la escuchó abriendo un show de Liz Phair.
    Los primeros conciertos de Cat Power en aquellos días fueron un ejemplo del caos interno que experimentaba esta chica melancólica y confundida: pocas veces terminaba las canciones, se largaba a llorar en la mitad y pedía perdón todo el tiempo. Gran parte de la culpa de todo ese hundimiento y conflicto interno la tenían las drogas y el alcohol que eran sus grandes compañeros en esas épocas.
    En 1997 firmó contrato con la discográfica Matador, al poco tiempo de haber lanzado su tercer disco What Would the Community Think (1996), con el que empezó a asentarse en el sonido que más cómodo le queda y que la hace brillar en medio de tanta oscuridad; un poco de soul, blues y algo de country, convierten a esta verdadera princesa del indie folk en una estrella.
    Por esos años neoyorkinos, se enamoró de Bill Callahan de Smog, con quien se fue a vivir durante algunos meses en los que parecía alcanzar la estabilidad hasta que la crisis existencial le volvió, y sin embargo en medio de esa locura que acompañaba con whisky y Xanax,  editó Moon Pix (1998), el disco que se considera le dio el gran salto a su carrera, alejándola de la desesperación y los tormentos que trasmitía en sus primeros discos. Terminó de grabarlo en Australia, junto al baterista Jim White y el guitarrista Mike Turner, de la banda The Dirty Three.
    Ya ubicada en otra etapa de su vida y también alejada de Bill Callahan, grabó una canción deSmog en su disco The Covers Records (2000), donde también versionó a los Rolling Stones y a su gran referente musical Bob Dylan, a quien le dedicaría luego su canción Song to Bobby (incluida en Jukebox) donde relata abiertamente sus sentimientos por él, y le pregunta a quién le cantaba aquella noche en Carolina del Sur, con la inocencia de una adolescente enamorada que tan solo espera que la respuesta sea “para ella”. Parte importante de su discografía contiene covers de grandes artistas a los que reinterpreta de una manera no convencional, cambiando cada canción al punto de hacerla irreconocible.
    Pero antes de llegar a grabar Jukebox –el primer disco que fue editado aquí en nuestro país- atravesó varias cosas, entre ellas, lanzó You Are Free (2003) y se sometió a una internación en un hospital para rehabilitarse, lo que interrumpió la gira de presentación de su disco anterior The Greatest (2006).
    Cat Power no solo es dueña de una voz increíble y una personalidad tan oscura como intrigante, sino que también lleva con ella una carrera que sigue prometiendo, más allá de la madurez que ha alcanzado a través de los 8 discos que lleva en su haber, en los que tocó compañía de varios grandes artistas como Dave Grohl Eddie Vedder; y versionó a otros como Janis Joplin y Aretha Franklin yNina Simone.


    Cat Power es una artista que permanece -en todo sentido- a pesar de haber lidiado con varios años tormentosos en su vida: alcoholismo, adicciones  clínicas psiquiátricas, depresión  stress, separaciones y enfrentamientos con espíritus son algunas de las tantas etapas difíciles por las cuales ha pasado esta chica, hija de padres separados, nacida en Georgia, un 21 de enero hace 37 años. Al abandonar la secundaria, ocupó una casa acompañada por varios drogadictos, hasta que a los 19 años se trasladó a Nueva York donde fue descubierta durante uno de sus shows por Pete Shelley (Sonic Youth) quien luego grabaría sus dos primeros discos: Dear Sir y Myra Lee. Se sabe que sus shows siempre fueron bastante desalineados, que podía pasar largos ratos afinando, que podía interrumpir un show y salir a la calle para hablar con ardillas, o pasar 15 minutos tocando dos cuerdas de su guitarra y gritando ''NO''. Sus entrevistas tampoco lograban escapar a sus delirios, donde suele hablar de su niñez, contando que su mamá le daba cerveza en la mamadera, y de su temprano contacto con el alcohol, influenciado por su larga lista de familiares alcohólicos  Asì y todo, entre bajones anímicos y tratamientos de por medio, Chan Marshall poco a poco fue construyendo su carrera como artista, sin abandonar su sensibilidad y su enorme talento, con discos que lentamente irìan en ascenso: What Would The Community Think (primer disco con el sello Matador Records), la hermosura de Moon Pix, The Covers Record, You Are Free, el existoso The Greatest y finalmente Jukebox. Se llenó de Rock, de Folk, de Country, de Blues, de Soul. Reversionò como nadie -y reversiona- canciones ajenas adueñándose de ellas, disparándolas hasta el cielo. Chan Marshall despliega con su canto esa fuerza que supo juntar en todos estos años, envolviéndonos con su voz suavemente gastada. Emociona, si -y mucho- cuando el mundo y la vida de alguien como ella, de un momento a otro, pega un giro para bien. Nosotros por lo pronto, seguiremos escuchando toda su belleza.
























































































































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